Consecuencias Positivas del coronavirus
La crisis del coronavirus está teniendo consecuencias
devastadoras en todo el mundo. Sin embargo, en los últimos días también hemos
podido apreciar algunos efectos secundarios que pueden suponer un beneficio
para el medioambiente y el clima en particular:
- Reducción de emisiones: El confinamiento motivado por las medidas de prevención del coronavirus se ha traducido en la reducción de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Aguas más limpias y menos residuos: Lugares turísticos alrededor del mundo, como el canal de Venecia, han experimentado notorias mejorías debido a la nula presencia de turistas.
- La naturaleza se abre paso: La naturaleza ha comenzado a volver a espacios que hasta ahora parecían reservados al hombre. De este modo se han podido ver peces, cisnes y hasta delfines en los canales de Venecia, así como jabalíes y otros animales salvajes en diferentes ciudades.
Amenaza para el Cambio Climático
En los últimos años, el cambio climático se ha
convertido en una prioridad cada vez mayor para la gente, pero en medio de una
recesión económica y una crisis de salud pública, es comprensible que las
personas se centren más en las preocupaciones de salud y económicos inmediatos.
Es un hecho que el confinamiento motivado por las
medidas de prevención del coronavirus, ha supuesto una serie de consecuencias
positivas en plano medioambiental, y en particular, un descenso puntual de las
emisiones de CO2.
Sin embargo, la crisis del coronavirus puede
constituir una seria amenaza para el cambio climático de cara al futuro.
- Es de esperar que las emisiones no sólo vuelvan al punto previo a la toma
de las medidas de prevención, sino que aumenten en cuanto la sociedad se
reactive en medio de una recesión.
- La bajada histórica del precio del petróleo, podría dificultar la venta de
coches eléctricos, que ya son más caros de por sí que los que utilizan
combustibles fósiles. Como ya se ha podido ver con el desplome de las acciones
de Tesla.
- La disminución en la producción y envíos de las cadenas de producción
chinas de paneles solares, turbinas eólicas y baterías de litio, han frenado
proyectos de energía renovable.
- Con el cierre de los mercados de valores, será más complicado para las
empresas acceder a financiación para la realización de proyectos de transición
energética.
- El aumento de los temores relacionados con la economía y la salud también
podría desviar la atención pública del problema del cambio climático.
Las medidas destinadas a estimular la economía a partir de la crisis de
coronavirus podrían incrementar el consumo de combustibles fósiles, como ya
pasó después de la crisis financiera mundial y la recesión de 2015.
La pregunta es cómo responderán los gobiernos ante esta situación, y si
estos impactos serán sostenidos, compensados, o revertidos.
Soluciones
Está claro que cerrar todas las fábricas y las
restricciones al transporte, no es una forma sostenible de abordar el cambio
climático.
También está claro que, si los paquetes de estímulo
económico se centran en exclusiva en las industrias de combustibles fósiles y alejan
el dinero de las inversiones en energías renovables, podría producirse un
efecto dominó que nos distanciaría aún más de los objetivos de transición
energética. De ahí que la Agencia Internacional de energía esté instando a los
gobiernos a ofrecer paquetes de estímulo económico que inviertan en tecnologías
de energía limpia.
La clave podría encontrarse en un posible cambio del
comportamiento y los hábitos de consumo de la gente, relacionados con la crisis
sanitaria en la que nos hallamos y que pueden dar lugar a una mayor
concienciación y una reducción de las emisiones:
- Que empresas y trabajadores opten por continuar con el teletrabajo, con la
consecuente reducción de las emisiones en el transporte.
- Descenso de largos viajes ante el miedo provocado por la situación actual.
- Reducción de los desplazamientos para autoabastecerse.
- Cambios en los hábitos de ocio.
- Incluso la caída del precio del petróleo podría derivar en un incremento de
la inversión en proyectos en energías renovables.
¿Podríamos combatir la crisis climática igual que la
del coronavirus?
Esta crisis sanitaria ha demostrado que es posible
hacer cambios drásticos y sacrificios económicos para salvar vidas. Entonces, ¿por
qué no hemos conseguido hacer lo mismo con la crisis climática?
La crisis climática también es una emergencia
sanitaria mundial. Según La OMS, sólo la contaminación de aire mata en torno a
7 millones de personas cada año.
La diferencia en las respuestas ante estas crisis
radica en que la población percibe la propagación del coronavirus como una
amenaza exponencialmente mayor, tangible e inmediata; mientras que la crisis
climática se siente como un problema futuro.
Es por ello, que la sociedad es capaz de priorizar las
medidas para combatir la crisis del coronavirus incluso frente a la economía;
cosa que no sucede en el caso del cambio climático.
Sabemos qué se debe hacer, pero tanto en la crisis del
coronavirus como en la del cambio climático, muchos países no están actuando y
puede que cuando lo hagan sea demasiado tarde.
A los países que han adoptado medidas de atención temprana,
asignaron recursos e implantaron medidas de prevención para frenar la
propagación del coronavirus, como Corea del Sur, han obtenido mejores
resultados que países que han respondido con mayor lentitud, como EEUU o Reino
Unido.
Los países deben actuar rápidamente para mitigar los efectos
de futuros escenarios climáticos, en lugar de esperar a que el desastre alcance
su punto máximo antes de actuar.
El mundo está experimentando una gestión de crisis
global. La adopción de las medidas actuales y la capacidad de la sociedad para
asumirlas y adaptarse, demuestra que somos capaces de llevar a cabo los grandes
cambios sociales que exige el cambio climático.